| Avance 
              en la lucha contra la esclerosis múltiple
 Podría afirmarse que tanto las 
              infecciones como
 los parásitos no cuentan con una buena reputación.
 Y menos aún cuando llegan juntos...
 
 Sin embargo, dos investigadores argentinos probaron por primera 
              vez en seres humanos que las infecciones parasitarias dispararían 
              un efecto protector contra la esclerosis múltiple (EM), una 
              enfermedad en la que las defensas del organismo atacan el sistema 
              nervioso.
 Aunque los resultados son preliminares y no identificaron cuáles 
              serían los parásitos capaces de despertar esa protección 
              en el sistema inmunológico,
 el estudio abre un camino científico promisorio -con alta 
              repercusión internacional- para hallar aquello que ayude 
              a reparar esa alteración inmune del organismo y de la que 
              todavía se desconoce la causa. "Esto no tendrá 
              un impacto inmediato en los pacientes, lo que es muy importante 
              para no generar falsas expectativas ni alentar el consumo de parásitos, 
              que pueden tener consecuencias adversas", puntualizó 
              el doctor Jorge Correale, jefe de la Sección de Neuroinmunología 
              y Enfermedades Desmielinizantes de Fleni
 y coautor del estudio publicado en el último número 
              de la revista Annals of Neurology , de la Asociación Neurólogica 
              de los Estados Unidos.
 Estudios previos, pero en animales, ya habían revelado la 
              capacidad de los parásitos de influir en el curso de las 
              enfermedades autoinmunes, al mostrar que esas infecciones disminuyen 
              la intensidad de la reacción del sistema inmune ante el ingreso 
              de sustancias nocivas para el organismo.
 En las personas con EM, el sistema inmune ataca la vaina de mielina 
              que recubre los nervios, lo que debilita la transmisión de 
              la información nerviosa. Todos los pacientes con EM padecían 
              la forma de la enfermedad que se caracteriza por períodos 
              de recaídas (brotes) y remisiones, seguidos
 de períodos de estabilidad.
 Junto con el flamante doctor Mauricio Farez, que pronto continuará 
              su formación en la Facultad de Medicina de la Universidad 
              de Harvard, Correale reunió a 46 pacientes y los dividió 
              en tres grupos: el primero incluyó a los 12 pacientes con 
              EM y una infección parasitaria; el segundo, a 12 pacientes 
              con EM y sin parásitos; y el tercero, 12 personas sanas.
 "La investigación tiene dos aristas importantes, una 
              importante para los pacientes y otra, para saber más de la 
              enfermedad", señaló Correale.
 En la primera, el investigador incluye la repetición del 
              estudio en una cantidad mayor de pacientes para identificar qué 
              grupos de parásitos tienen un efecto protector y empezar 
              a buscar las proteínas o las moléculas que influyen
 en el cambio inmunitario. Por otro lado, comprobar si existe algún 
              factor ambiental que condicione la reacción autoimnune.
 "La prevalencia de la EM es mucho menor en América latina 
              o Africa, por ejemplo, que en los países desarrollados, como 
              Canadá o los Estados Unidos, donde las infecciones parasitarias 
              están controladas. De confirmarse esto, la exposición 
              a los parásitos influiría en [la aparición] 
              de la enfermedad", agregó el neurólogo, que también 
              es docente de la Universidad Austral y vicepresidente del Comité 
              Médico Asesor de Esclerosis Múltiple Argentina (EMA).
 En los participantes, las infecciones fueron posteriores al diagnóstico 
              del mal. "En estos pacientes -explicó el experto-, los 
              parásitos más frecuentes suelen ser los intestinales, 
              pero esto no confirma de ninguna manera que todos sean benignos 
              ni protectores, ya que no todos se comportan de la misma manera 
              en el organismo."
 
 Resultados alentadores
 Durante los cuatro años y medio que duró el estudio, 
              sólo seis pacientes tuvieron anemia leve por la infección 
              y se registraron apenas tres brotes clínicos de la enfermedad 
              en el grupo con parásitos contra 56 en el grupo
 con EM sin infecciones.
 Según una prueba estándar para medir la discapacidad 
              neurológica provocada por la EM, llamada Escala Expandida 
              de Nivel de Discapacidad, apenas dos de los pacientes infectados 
              tuvieron un aumento de la discapacidad que sólo duró 
              tres meses, contra once de los doce pacientes del grupo sin parásitos.
 Pero, ¿cómo esos invasores intestinales modifican 
              la respuesta inmune contra la EM? La explicación la aportó 
              el control de los niveles de glóbulos blancos y citoquinas, 
              potentes mensajeros químicos producidos por las células 
              del sistema inmune para reconocer a cuerpos extraños en el 
              organismo. Esos exámenes mostraron que las infecciones aumentaron
 en los participantes con EM la cantidad y/o actividad de tres tipos 
              de células inmunitarias, conocidas como células T 
              regulatorias.
 La hipótesis es que mientras esas células luchan contra 
              la infección, también reducirían la fuerza 
              de otro batallón celular del sistema inmune responsable de 
              lesionar la mielina y provocar la enfermedad.
 "En las enfermedades gastrointestinales inflamatorias -explicó 
              Correale-,
 ya se usan parásitos como tratamiento. Lo que no sabemos 
              en la EM es
 si tenemos que usar al parásito, los huevos o sus extractos..." 
              La capacidad protectora de los parásitos "es bien conocida" 
              para las alergias y el asma.
 La ambición del equipo argentino -a la que apuntará 
              sus próximos pasos-
 es poder aislar la proteína o la molécula parasitaria 
              adecuada para utilizarla de manera purificada. "Así, 
              tendríamos la posibilidad de aislar el efecto bueno de la 
              infección que es responsable del cambio de la respuesta inmune
 que beneficia a los pacientes sin correr riesgos de causar efectos
 adversos", concluyó.
 
 Fuente: Diario La Nación
 
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